domingo, 16 de septiembre de 2012

REFLEXIONES


Esa época de mis vacaciones que las aprovecho para pasear por sus calles… Con la tranquilidad y el sosiego que nos proporciona el clima y esos paseos por nuestra historia. Que a la vez de la relajación que me produce, me transportan con sus luces y sombras, a ese estado de espectador de una película histórica.
 Quiero continuar cargado con el proyector de la memoria, un recorrido por otros lugares muy entrañables de mi pueblo, lugares que cada Semana Santa he recorrido.
 Poder describir esa calle Llana, tan emblemática… Esa Iglesia de San Francisco… Esa Puerta de Córdoba.
 Comienzo en el mismo lugar que apagué el reflector de mi mente describiendo las dos Baenas.
 Anclé la nave en mi primera travesía por el mar de la narrativa. Es indescriptible la sensación, el sentimiento que fluye de mi cuerpo y se palpa cuando nos introducimos en este mundo de la escritura.
Como una droga que se introduce en las venas sin poder parar de expresar lo que sientes, de escribir constantemente. Cada minuto del día estas pensando en lo que paso y como expresarlo para sacar lo bello de cada palabra, de cada frase……………… y prosigo.
La Plaza Vieja se abre a mis ojos cuando llego a ella, después de bajar por detrás de la antigua cárcel. Dejando a mi derecha el pairón con su baranda que da inicio de la C/Alta. Cruzo esta Plaza en dirección al bar La Aurora., epicentro de los judíos en los viernes de Cuaresma y la Semana Santa, mientras cruzo esta plaza asaltan a mi memoria los recuerdos del Jubileo con sus pitos de agua su tómbola y su ambiente que en los años de mi juventud era insuperable como todo lo que transcurría por aquella zona.
     A mi izquierda, dejo la travesía de la puerta córdoba, para dirigirme mas tarde a la Iglesia convento de San Francisco. La mañana está sobre nosotros y nuestra somnolencia se ha cambiado en día pleno de luz. Entro en el bar La Aurora para tomarme una caña con mi amigo Paco Vera, el día es caluroso y la cerveza fresca. Entra estupendamente, charlamos de nuestra juventud de su señora y la mía, de los tiempos en  que salíamos juntos, cuando nos echamos novia.  Recordamos los momentos románticos pasados en los reservados del Bar Capitol o Bar Sabrina con nuestras novias para poderles dar un beso y estar un poco en la intimidad de la luz tenue que el dueño adaptaba para que las parejas de novios pudiésemos estar un rato en romántica intimidad, pues era lo que había en esa época. 

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